A los versos que nunca fueron,
a la tinta jamás escrita;
a los besos que no se dieron
a todos aquellos ya sin dicha
a los días que se perdieron
a las noches en que durmieron
los cuerpos sin amor eterno;
a los años que sin ser logrados
se han escurrido lejos de los vientos,
queriendo ser respirados por
los de sentimientos lentos;
al que alguna vez amó y sin ser amado
en destruido corazón fue dejado;
al que recuerda cuando ya fue olvidado;
a los abrazos negados;
a las dispersas emociones
lejos de los amores, los de aquellos años.
martes, 25 de mayo de 2010
martes, 18 de mayo de 2010
Porque extrañándote, olvido...
Porque extrañándote, olvido...
Y porque el miedo de no amar,
amándote días y noches incontables
cuantas he dormido envuelta en suaves
las caricias regaladas de tus muslos
y de las palabras que sellaste en mis oídos.
Porque quiera devolver a mis sentidos
aquellas tardes y aquellas noches
sonrisas que pernoctaron nuestros labios,
romance si aun no se ha ido
a nuestro regazo amor q he vivido.
Y porque el miedo de no amar,
amándote días y noches incontables
cuantas he dormido envuelta en suaves
las caricias regaladas de tus muslos
y de las palabras que sellaste en mis oídos.
Porque quiera devolver a mis sentidos
aquellas tardes y aquellas noches
sonrisas que pernoctaron nuestros labios,
romance si aun no se ha ido
a nuestro regazo amor q he vivido.
El tiempo de sequía, languidez envejecida ha terminado
Recuperas los sentidos, a pesar de soledades,
saliendo de las calles de los muchos fríos y de los muchos pesares,
detienes la caminata que expuso emociones a puertas abiertas,
salvando el segundo, esperando que el intenso viento haya dejado de soplar,
abrigas esperanzas, vuelves a caminar, vuelves a respirar sin estropear el asma crónico que persigue tu invierno y dejas de pensar en las secuelas de aquel vacío, logras sonreír al menos una vez al mes y decides continuar.
saliendo de las calles de los muchos fríos y de los muchos pesares,
detienes la caminata que expuso emociones a puertas abiertas,
salvando el segundo, esperando que el intenso viento haya dejado de soplar,
abrigas esperanzas, vuelves a caminar, vuelves a respirar sin estropear el asma crónico que persigue tu invierno y dejas de pensar en las secuelas de aquel vacío, logras sonreír al menos una vez al mes y decides continuar.
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